Paisaje y cubo en la poética visual de Rafael Montilla

En esta ciudad soy una piedra;

me he plegado a sus muros seriales (…)

de silencios geométricos.

Soy una piedra atada a esta ciudad (…)

Eugenio Montejo

Por: José Gregorio Noroño

Desde la antigüedad clásica hasta la actualidad varios pensadores han reflexionado y discutido sobre la interrelación o correspondencia entre arte y poesía. El poeta romano, Horacio, llegó a decir que “un poema es como un cuadro”, y Simónides de Ceos, poeta griego, señaló que “la pintura es poesía muda y la poesía pintura hablada”. Incluso, en el siglo XX el filósofo francés, Étienne Souriau, llegó a preguntarse en su libro La correspondencia de las artes: “¿Por qué se habla de ritmo en la escultura, de armonía en la pintura, de plasticidad en la música, de arabescos en el soneto?”, y  concluye con algunas ideas que explican esos ámbitos de relación entre los diferentes universos establecidos entre las artes de la espacialidad y de la temporalidad; es decir, entre las artes visuales y la poesía.

Kubes in action rafa montilla

La fotografía y la escultura, manifestaciones propias de las artes visuales, mediante las que se expresa Rafael Montilla, se circunscriben en estos principios de corespondencia. Indudablemente que este artista comparte esta idea de correspondencia entre arte y poesía, lo cual advertimos cuando expresa que: “Mis fotos son poemas en colores y líneas”. “Capturo el arte de la naturaleza y la reproduzco en poemas”. De igual modo se aprecia su interés por la poesía y su conexión con el arte al momento de congregar a un grupo de poetas latinoamericanos para que recrearan con sus poemas las fotografías escultóricas que conformaron una de sus tantas exposiciones realizadas en su ciudad adoptiva, Miami, a quien en 2015 dedica una significativa exposición titulada I love Miami.

El epígrafe con el que encabezo este ensayo son fragmentos de un poema del escritor venezolano Eugenio Montejo, titulado En esta ciudad, que considero pertinente citar en esta oportunidad a propósito de Rafael Montilla y su produción visual. Pues, atendiendo su apertura a la poesía, creo que es válido acercarse a su obra, hacer una interpretación de ella a partir de estas y otras imágenes poéticas de Montejo.

Rafael Montilla, artística venezolano de amplia trayectoria, después de haber vivido algunos años en la India, Ingalatera y Trinidad, decide establecerse en Miami, ciudad en la que permanece desde hace 17 años. Probablemente, después de esos viajes, llegó a preguntarse, como la voz del poeta, Montejo, en su poema Viajes: “¿A qué viajar si ya sabíamos / que eramos hombres sin ciudades?” Pero Montilla, que se caracteriza por ser un sujeto introspectivo, apasionado por el arte, finalmente consulta con sus voz interior y determina adoptar una ciudad para desarrollar su obra artística. Y verdaderamente que este poeta de imágenes visuales, es “una piedara atada a esta ciudad” (Miami), donde  ha anclado su corazón como una piedra en uno de los grandes centros hispanos de Estados Unidos, de cuyos paisajes, tanto natural como urbano, se ha nutrido. Montilla ha internalizado la naturaleza y la morfología urbana de Miami: sus playas, cielo, nubes, sol, muelles, parques, calles, plazas y estructuras de sus edificios. Él toma de esta ciudad la configuración de sus “muros serielaes” y sus “silencios geométricos”, de donde se puede decir que deriva el cubo como forma y soporte de sus temas. El cubo, considero, es el principio estético dominante del que proceden, silenciosamente, otras formas geométricas que contienen a los paisajes naturales y urbanos en sus fotografías. De la naturaleza, el ojo de este poeta de la imagen ha sabido captar con su cámara fotográfica al mar y sus olas acariciando la arena, el cual se une al cielo por la línea de horizonte, donde las pinceladas del sol crean múltiples tonalidades. Según la hora del día, la atmósfera en sus fotos aparece teñida de tonos dorados, ocres, azules o intensos naranjas. En otras esecenas estos pigmentos se combinan. En los casos en que aparecen la figura humana, edificios o alguna otra construcción inserto en el paisaje marino, estos se aprecian sólo como siluetas.

Vale acotar que Montilla, como experimentado fotógrafo que es, experimenta con el formato y el material del soporte, así como con la presentación de la imagen fotográfica, elementos inseparbles estéticamente en su discurso visual. El formato, dijimos, se fundamenta en el cubo como principio estético dominante del que derivan otras estructuras geométricas; el soporte deja de ser el convencional en la fotografía e imprime sobre láminas de metal, madera  y plexiglass; con relación a la imagen, a las escenas naturales o urbanas que selecciona, las procesa y presenta fraccionadas y hasta esquematizadas, llegando, en algunos momentos, a cierta abstracción. Este artista, en su obra fotogáfica, combina la geometrización y el lirismo cromático; así como  lo bidimencional y lo tridimensional, ya que los materiales  que emplea como soporte contribuyen a ello, a acentuar el volumen y la profundidad como si de una fotografía escultórica se tratara.

Ahora bien, de esta idea de la fotografía escultórica, infiero que surge en Rafael Montilla su propuesta estética bautizada como “kubos”, que no es más que el principio de la forma cúbica contentiva de sus imágenes fotográficas. En esta propuesta él crea un ícono netamente geométrico y escultórico, desnudo de toda referencialidad, libre de contenido narrativo o representativo del mundo objetivo, anecdótico. Esos “muros seriales” y “silencios geométricos” de la ciudad, Montilla los reduce a una única forma geométrica: el “kubo”, que se independiza de la fotografía para ocupar un espacio real, de tres dimensiones. Pero este ícono escultórico es monocromo, que se abre, se desmaterializa, se torna transparente, ingrávida, como delgadas líneas trazadas en el vacío, lo cual relaciono con unos versos de Montejo, de Alfabeto del mundo, que dicen: “En vano me demoro deletreando / el alfabeto del mundo. / (…) / Necesito escribir ciñéndome a una raya / sobre el libro del horizonte”. Es decir que “kubo” y raya —que en Montejo simboliza un monosílabo—, son la máxima expresión posible con el menor número de elementos de expresión visual y lingüísticos. En esta propuesta Montilla prescinde de la policromía y demás recursos plásticos, hasta reducir su discurso visual a una forma geométrica que se multiplica a manera de grafiti escultórico por la ciudad de Miami: en las aceras, puentes, cercados de mayas metálicas, parques y otros lugares emblemáticos de la urbe.

Según el artista, el propósito de estas intervenciones urbanas no es perjudicar sino más bien embellecer a la ciudad —atraer la atención del público, agrego—, y, también, sacar sus sentimientos de rabia, impotencia y frustración. Este procedimiento con los “kubos” se puede entender como otra forma de abordar el paisaje natural y urbano de Miami, diferente a la fotografía. Rafael Montilla, además, se ha planteado seguir desarrollando esta propuesta porque piensa viajar a otras ciudades e intervenir sus espacios con sus grafitis escultóricos, es decir, con sus “kubos”. De esta manera da continuidad a su búsqueda interna y experimentación artística, dos aspectos significativos en su vida que complementan su sensibilidad poética.

 

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